Envejecer y cuidar en el siglo XXI

Apr 8 / Nuria Garro


¿Es el envejecimiento poblacional algo insostenible?

Es la primera pregunta que todos nos hacemos.
Desde una visión catastrofista diríamos que sí. No está claro si los recursos van a llegar para todos. Tampoco si nuestro planeta aguantará por mucho tiempo el impacto de los más de 10.000 millones de habitantes que se esperan para 2070 y su contaminante existencia.  
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Sabemos que cada vez vivimos más, aunque no necesariamente mejor. De hecho, solo una mínima parte de la población mundial vive en condiciones adecuadas y dignas: sanitarias, económicas y sociales.  De hecho, la esperanza de vida viene determinada por el lugar en el que se nace, ni más ni menos. Que la mujer en España tenga ya una esperanza de vida al nacer de casi 87 años y el hombre de casi 82 años, es sin duda nuestro gran logro demográfico.
Pero… ¿cómo se envejece en nuestro país?
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Podemos decir que el envejecimiento en España es:
  • Acelerado: el 20% de la población (casi 10 millones de habitantes) es mayor de 65 años.
  • Sobreenvejecido: el 6% de los mayores de 65 años, supera los 80 años. Y ya hay 20.000 centenarios.
  • Femenino: el 60% de las personas mayores de 65 años son mujeres.
  • Desigual: se envejece de manera muy diferente según la Comunidad Autónoma en la que se reside y los recursos sanitarios, económicos y sociales a los que se tiene acceso.
  • Dependiente: a partir de los 65 años, aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar algún tipo de enfermedad o discapacidad que llegue a generar dependencia. Y los últimos 10 años en la esperanza de vida, por lo general, se viven con un empeoramiento de la salud y bienestar.

Y aunque siempre se dice que cada cual envejece de manera distinta, sí encontramos factores comunes. Y sobre todo vemos que la manera de envejecer ha evolucionado enormemente de una generación a otra en el último siglo. 

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¿CÓMO SE ENVEJECE EN EL SIGLO XXI?

Mi bisabuela (nacida en 1906) no envejeció igual que lo está haciendo mi abuela (1936) ni como lo hará mi madre (1959). No llego ni a imaginar en qué condiciones lo haré yo misma. 

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Envejecer hoy significa por lo general y en comparación con generaciones anteriores:
  • Tener mayor acceso a recursos y oportunidades.
  • Vivir la pérdida frecuente de coetáneos. 
  • Tener mayor libertad para elegir el estilo de vida.
  • Poseer más capacidad económica (y haber tenido mayor capacidad de ahorro) para disfrutar de un envejecimiento con mejor acceso a servicios y recursos.
  • Tener estilos de consumo y ocio numerosos y diversos.
  • Vivir un mayor riesgo de sufrir diversas formas de discriminación y prejuicios (edadismo). 
  • Cuidar de miembros de la familia, incluso al mismo tiempo: padres o suegros muy mayores, hermanos y nietos, principalmente.
  • Tener mayor riesgo de soledad, especialmente en el caso de mujeres con motivo de la viudedad.
  • Vivir cambios en la estructura y organización familiar: cambia el ciclo vital de la familia, las fases y sus tiempos. Cambian los vínculos familiares, los tipos de unión y compromiso, los estilos de convivencia y las relaciones entre los miembros.
  • Socializar fuera de la familia: se accede a mayores y más diversos círculos sociales y aumentan los contextos en los que la persona mayor se relaciona, cara a cara y también virtualmente.
  • Planificar la vejez: la persona mayor está en mejor situación de poder planificar su vejez y hacer valer sus derechos y preferencias. 
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En este escenario de las “vejeces” (hay tantas formas de envejecer como personas hay en el mundo), cabe preguntarse qué papel juega la familia y si es cierto o no que sigue siendo la principal red de apoyo y solidaridad conforme uno va envejecimiento y va necesitando cuidados.

La solidaridad familiar, ¿mito o realidad?

La investigación nos dice que el contacto en las familias españolas sigue siendo muy frecuente. Aunque la familia está cada vez más “verticalizada”: conviven muchas generaciones al mismo tiempo, pero son de menos miembros (desciende la media de hijos). Nos dice que la familia presta un apoyo importante a los hijos, sobrinos y hermanos en lo que a cuidar se refiere. Y ofrece también apoyo económico, no solo de abuelos o padres a hijos y nietos, sino que también ha aumentado el apoyo de hijos a padres.

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Pero, la persona mayor no es solo receptora de la solidaridad familiar. También presta un apoyo fundamental:
  • Presta apoyo afectivo a hijos y nietos.
  • Es responsable (más o menos deseado) del cuidado de nietos.
  • Apoya económicamente a la familia.
  • Colabora en tareas instrumentales: transporte, compra, gestiones, cuidado doméstico.
  • Cuida de familiares enfermos o dependientes.
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Y esto nos lleva al último punto de este post:

¿Cómo se cuida en el siglo XXI?

Solo unas pinceladas sobre nuestro actual modelo de cuidado familiar que nos pueden dar pistas sobre las necesidades y retos que se nos presentan como sociedad que envejece de forma acelerada:
  • El cuidado es una construcción social: cuidar tiene un significado distinto según el contexto en el que se desarrolla. El fenómeno del cuidado se vive, reconoce socialmente, valora y apoya institucionalmente de manera muy distinta en cada país y región.
  • Es familiar: el sistema de cuidados se sigue apoyando principalmente en la estructura familiar, sobre todo en países latinos que son "familistas", como el nuestro.
  • Afecta a todas las edades: no solo se cuida a mayores, también a niños. Y a personas enfermas y discapacitadas de todas las edades. 
  • Se mueve entre el sentimiento y el deber: cuidar tiene un componente afectivo muy importante y además está estrechamente ligado al deber filial. 
  • Es caro: el cuidado de larga duración requiere un esfuerzo económico a las familias que en muchos casos es casi imposible de asurmir.
  • Es informal o no profesionalizado: los familiares cuidadores carecen en muchos casos de la información y la formación adecuadas y del apoyo necesario. Lo cual afecta directamente a la calidad de los cuidados que prestan y el riesgo de sobrecarga del cuidador.
  • Es complementario: el cuidado familiar se complementa (cuando se puede) con el cuidado profesional e institucional y los multiservicios.
  • Es relacional: cuidar impacta directamente en las relaciones personales y en el proyecto de vida de cada persona, que se ve afectado, especialmente en el caso del cuidador principal. Y afecta también a las relaciones de la familia con su entorno y la sociedad en general. 

Ahora que conocemos el escenario cabe preguntarnos
¿Qué papel queremos que desempeñe la formación?